Taller con de Patricia Arribálzaga

Tres días. El tiempo que me distancia de la realidad a un mundo lleno de sensibilidad, talento y creatividad. 

Tres días. Dormirse con los insuperables diálogos de Django y sus personajes, puro continente sanguíneo al ingenio de Tarantino, y despertarse para tomar el tren. 

Treinta minutos. El tiempo para pasar de un mundo a otro asistido por la visión del mar desde el vagón del tren.

Desparejo, contrastado círculo que se abrió una noche en el barrio de Sants y cerró en Sitges un viernes por la tarde. Un círculo que me ha permitido apretar el botón de pause y en el que he aprendido, disfrutado y me he permitido soñar.

Entrar en el atelier de Patricia Arribálzaga de Cakes Haute Couture es un canto a la creatividad y al buen gusto marcados por más de 15 años de experiencia.


Cercana, divertida, dispuesta a compartir su savoir-faire con sus alumnas, Patricia rompe mis estereotipos hacia este tipo de pastelería y se gana mi aprobación a los pocos minutos. Su preocupación por la salud, huyendo de ingredientes de dudosa reputación como el aceite de palma, conservantes artificiales y colorantes made usa, así como el bote de Stevia que preside la mesa del desayuno, muestran que no es hablar por hablar. 



Su formación previa en pastelería francesa, hacen que sus creaciones sean además de auténticas joyas para la vista, auténticos néctares para el paladar, como un buen maridaje. Decorar sí, pero sin perder el placer del sabor. 

Esto sin duda la distingue y marca su propio sello en este sector. Un sello que no se cansa de repetir debemos estampar y encontrar creándonos nuestra propia carpeta de inspiración. 

Su taller de decoración de pasteles me ha permitido conocer un abanico de técnicas básicas y versátiles para crear pasteles de un gusto exquisito. 

Lo que puede dar de sí un trozo de cañería estriado. En lo que se puede convertir un trozo de carroza de una Barbie y un tapete cutre de plástico. 

Verla trabajar con esa seguridad que solo la experiencia puede dar. Desde utilizar la manga a forrar perfectamente con fondant. Estampados, texturizaciones, flores, joyas. 

Técnicas que hasta ahora miraba desde cierta distancia y con un aprensivo respeto pero imprescindibles para poder elaborar un pastel de esta calidad. 


Cuanto más aprendo más me doy cuenta de lo lejos que estoy y de lo mucho que me queda por aprender. Es un reto constante para mejorar, pulir, perfeccionar. Y cuando miro el camino que he dejado atrás, me doy cuenta también del camino que he trazado. Es un poco como cuando estudias idiomas, que cuando más sabes, más humilde te vuelves porque más consciente eres de tus errores.

El cajón desastre de ideas mal ordenadas influenciadas por el constante fluido de imágenes al que estamos sometidos se va perfilando y dirigiendo a aparente una sencillez que no requiere más para impactar la mirada y los sentidos. 

Mismas técnicas, distintas manos, sensibilidades y miradas, generan resultados totalmente dispares y extraordinarios. Lo que demuestra que los seres humanos somos pura creatividad. Los sellos de identidad se empiezan a esculpir.



Al margen del aprendizaje de las técnicas y la práctica, compartir tres días de taller con Patricia y un grupo maravilloso de mujeres con una emprenduría impresionante, han sido una experiencia única de la que ha resultado algo que tan solo hace unos pocos meses hubiera creído que sería capaz de elaborar.






Sólo puedo dar gracias por ello y recomendarlo totalmente. 

Estaré muy pendiente de sus próximos curso online y espero poder volver a su atelier para hacer tartas de boda. Eso sí cuando tengo más experiencia.



Os aseguro que a partir de ahora miraré los bazares chinos como auténticas cuevas de Alibabá.

No hay comentarios

Publicar un comentario