Shopping de barrio

Se me cae el alma cada vez que entro en un comercio del barrio y veo la tienda vacía.

Sants solía ser un barrio comercial. La carretera con más comercios de Barcelona. Algunos entrañables y especializados. Como una droguería inmensa   en el sótano de la que mi hermana pequeña un vez se escondió (nos pasábamos la vida buscándola). 

También recuerdo una tienda de frutos secos donde tostaban allí mismo las almendras y la bacalería donde me daban unos enormes cucuruchos llenos de olivas. Y la herboristería que por suerte se ha convertido en un buena tetería: Malea

Algunos resisten. Can Siscart, una tienda especializada en mimbre donde encuentras de todo y la Cristalería Casas, mi particular tienda de Alibaba para la cocina. También hay algunos tiendas de ropa de marca como Iris que apetece mirar.

Pero son pocos. Cada vez hay más carteles de se alquila. Y por la tarde cuando el sol se va, la falta de luces en los aparadores convierte la carretera en un cementerio de elefantes. 

Siempre fue un comercio tradicional. Y cuando la crisis llegó en vez de apostar por comercios especializados que la distinguieran, se llenó de comercios de ropa y zapatos baratos y panaderías (os juro que hay una panadería cada cinco metros). Cadenas de panaderías donde el pan parece goma la misma tarde y que ya han acabado con las antiguas que, aunque menos llamativas, eran de más calidad.

Las personas como yo que buscamos algo más alternativo emigramos a comprar a otros barrios, haciéndome sentir aún más culpable por el pobre dependiente con la tienda vacía.

Por esto me llena de alegría cada vez que veo que abre una tienda que apunta  un cambio de mentalidad. Ver gente joven que se arriesga y apuesta por algo distinto me alegra el día.


El sábado pasado hice algo que llevaba siglos sin hacer. Me adentré en 4eyes y me metí en el vestidor con una amiga con un montón de ropa. Nos volvimos locas. Eso sí al ritmo de mamá, es decir de forma pragmática, rápida y sin mucho tiempo para indecisiones. Obviamente me fui con tres prendas. Y super feliz con mi momento shopping.


Ropa retro, vintage, diferente, simplemente genial.  El propietario sabe cómo engancharte, te busca y te encuentra lo que haga falta. Y hasta organiza despedidas de soltera donde tienes la tienda sólo para ti.


Bueno, seguramente no soy la mejor modelo del mundo. Hasta a lo peor espanto clientes potenciales. Pero os lo quería enseñar. 

Creo que hay que estimular el comercio de proximidad. Sólo así saldremos de esto. Y hay tanto por descubrir. Tenemos que abrir un poco los ojos a nuestro alrededor. Seguro que si vemos las cosas con otra mirada descubrimos rincones por descubrir.

¿Y esto qué tiene que ver con comida? Pues nada. Pero bueno para que no se diga os contaré de dónde saqué la receta del la trenza de canela que aparece en la foto.

Seguro que ya conocéis el blog. Y si no pues muy mal. Se trata de L'exquisit y el pasado finde me lié a enrollar trenzas. Os animo a descubrirlo también.

Creo que me animaré a fotografiar los viejos comercios que resisten ni que sea a modo de memoría.

2 comentarios

  1. Y te dio tiempo de hacer trenzas y de ir de shopping? te admiro! :-) Muchas gracias por tus palabras...

    (y tienes razón en lo de las tiendas de Sants, una verdadera lástima, con lo q era...)

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  2. Esta es la ventaja de comprar en el barrio, arañas un poco de tiempo. Esto y que soy un poco hiperactiva. Gracias por tu comentario, sigo muy de cerca tu blog. Tengo que hacer el vienés. Ya te contaré.

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