Tartaletas de limón con frambuesas

El  viejo cajón del sinfonier se resistía. Pero poco a poco consiguió encontrarla, palpando el interior, las manos nerviosas. Estaba envuelta en el papel que tanto le gustaba, el de mariposas y pajaritos en un fondo beige. El tiempo le había otorgado una señoridad adicional que aumentaba al abrirse. Sin prisas, Camila, fue desplegando el papel en forma de sobre que contenía la foto de la madrina con todos los nietos y sobrinos alrededor. Incluso en esa vieja imagen carcomida por los años, los ojos bondadosos de su madrina le sonreían con amor.

No había sido una vida fácil para doña Camila. Ni par Camila, ni para su familia. Solo su hermano mayor, el que no volvió, consiguió establecerse con cierta comodidad.

Camila recordaba la casa familiar en la zona alta de Barcelona. El jardín con las rosas que tanto gustaban a su madre. Su padre siempre le cortaba una los domingos antes de besarla con decoro en la mano.

Habían llegado a tener tres chicas en la casa. Tres chicas y la vieja Mariona en la cocina. Mariona otra alma bondadosa, que en paz descanse, le daba pan con azúcar y la escondía entre sus faldas cuando las sorprendía su madre. Como recordaba la vieja cocina y las tartas de los domingos.


A Camila le gustaba recordar esos tiempos. Ese paréntesis que le había permitido creer en épocas mejores y a la que se agarraba con fuerza cada vez  que la vida se empeñaba en hacerle la zancadilla.

A veces cogía el autobus y se acercaba a la vieja casa. Ahora solo un reflejo de lo que fuera antaño. Se quedaba de pie ante la verja y sonreía. En el barrio la llamaban doña Camila. Nadie recordaba su apellido de casada. Decían que había alguien interesado en comprar la casa. Pero eso ya lo había escuchado otras veces.


Era muy jovencita cuando su madre les llamó a todos y les pidió que la ayudaran a empaquetar. Camila se negaba a entender qué significaban esas palabras a pesar de que la casa ya hacía un tiempo para acá lloraba a escondidas. La ausencia cada vez más grande de su padre, la mirada taciturna de su madre, los besos repentinos de Mariona mientra se limpiaba las lágrimas con el delantal.


Las rosas ya no se cortaban. Al principio se fue la Loli, después fue Carmela y al final Merceditas se despidió mientras se abrazaba con fuerza a su madre, negándose a una realidad evidente.

Dicen que la culpa de todo la tenía su padre. Que nunca debería haberse juntado con don Pepe. Que ya se veía que eso no iba acabar bien. Ella nunca supo muy bien que ocurrió, sus hermanos y hermanas, la cubrieron con sus alas de gorrión.

En su minúsculo piso de la Eixample, cada domingo, abre el sinfonier, las manos nerviosas, y contempla a la madrina rodeada por nietos y sobrinos mientras Mariona bien seguro preparaba la tarta del domingo en la cocina señorial.

Tartaletas de limón con frambuesas

Ingredientes :

Una masa sucrée para la base. La misma que utilicé para la tarta de coco. Es más, es la masa que me sobró y que congelé (ya os comenté que le podíais sacar mucho partido)
280 g de leche condensada
100 g de zumo de limón
4 yemas
1 ralladura de lima
el zumo de una lima
Frambuesas frescas

Precalentamos el horno a 180º. Preparamos el relleno de la tarta mezclando el zumo de limón con el de la lima y la ralladura. Añadimos la leche condensa, las yemas de huevo mezclando bien.

Forramos con la masa los moldes de tartaleta o los aros, previamente pincelados con mantequilla pomada (blanda). Como la masa lleva mucha mantequilla hay que hacerlo rápido o se calienta y se ablanda. Mejor si lo hacemos directamente sacada de la nevera o el congelador. Colocamos los moldes sobre un papel de hornear en una bandeja y rellenamos con la crema de limón. Horneamos unos 8 minutos más o menos. Tiene que quedar como un flan, que se mueva un poco. Enfriamos en la nevera y decoramos con las frambuesas.

La receta del relleno es la del key lime pie y la podéis utilizar también con una base de galletas cubierta con un merengue italiano o con nata.


6 comentarios

  1. Quina història més bonica Sònia :)

    I m'encanta com vas aprofitar les restes de massa sucrée per fer aquesta tartaleta de llimona i gerds, quins tocs dolços i àcids més bons :P

    Un petonet bonica i bon cap de setmana!

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    1. Moltes gràcies bonica, m'alegro que t'hagi agradat. La massa sucrée és un tot terreny, fiquis el que li fiquis queda bé. Bon cap de setmana!

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  2. Una historia preciosa y un remate estupendo con estas tartaletas, voy a tener que echarle un vistazo a esa masa jejeje

    besos

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    1. Muchas gracias bonita. Sí, de veras, no miento esta tarta es una base perfecta. Esto sí, al llevar tanta mantequilla se tiene que trabajar rápido porque sino se ablanda. Ya me contarás. Un beso

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  3. Qué relato tan bonito:-D para que todo sea más gustoso y fresco y jugoso:-) un besazo

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    1. Muchas gracias bonita, viniendo de alguien que escribe tan bien como tu es un privilegio. Un beso enorme

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