Brioche casero

En mi casa los fines de semana el horno hace horas extras. Es el único momento en qué realmente dispongo de tiempo para desconectar y dedicarme a ello. En gran parte lo hago para compartir con vosotros estos momentos. Pero si preguntáis a mi sufrida familia qué pastel le gusta más, seguramente os responderán que ninguno en especial. Exceptuando mi hijo mayor que es un gourmet y un loco de los cheesecakes, todos prefieren un buen croissant, bizcocho o un vasito de crema. Y bueno, claro está, brioche. Brioche en todas sus formas y bien acompañado de mermelada, ganache de chocolate o a solas, como la magdalena de Proust.


No me quejo, porque reconozco que adoro los desayunos sin prisa y en familia los fines de semana. Cuando nos permitimos estarnos debajo la nórdica un rato más y la agenda de Calendar no señala nada. El ritmo se hace más lento, las tazas de café se vuelven a llenar y seguimos en pijama hasta tarde. Creo que este es sin duda uno de los secretos de la felicidad. Pero por alguna razón que se me escapa, sólo le dedicamos a estas cosas un pequeño espacio de nuestro tiempo.


Leí un interesante artículo del perfil de una amiga en Facebook. Se titula "La enfermedad de estar ocupado". Yo ya hace tiempo que he aceptado que tengo un busy habit. No puedo estar sin hacer nada, ni tan siquiera los domingos. Porque al fin y al cabo hornear es hacer algo, ¿o no? Lo he aceptado tanto que ya no pretendo no ser así. En realidad, fue mi coach hace un año quién me hizo entender que mi pretensión de encontrar tiempo para parar me estresaba aún más. Y que lo que debía hacer era disfrutar del tiempo que tenía para hacer cosas que me gustaran. Es decir disfrutar de lo que hago. Y confieso que soy feliz cuando en la mesa de la cocina nos reunimos todos para comer brioche sin prisa. Es un momento único que congelaría si pudiera.



El artículo, que os recomiendo mucho, menciona que en muchas culturas musulmanas, cuando quieres preguntarle a alguien qué tal le va, dices: en árabe, ¿Kayf haal-ik? o, en persa, ¿Haal-e shomaa chetoreh? ¿Cómo está tuhaal? Que viene a ser, ¿cómo está tu corazón hoy ?

Y aconseja que cuando alguien te diga que está muy ocupado le respondas: “Lo sé. Todos lo estamos. Pero quiero saber cómo está tu corazón.”

Creo que es un buen consejo. Es más, todos deberíamos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Cómo está mi corazón hoy?


Brioche

Hablar de brioche, es transportarte a Francia. El brioche, la baguette y el croissant forman un triángulo que debió inspirar a Eiffel.

Es uno de los olores que más me gustan en la casa al hornear, cuando toda la casa se impregna. E incluso se escapa por el hueco de la escalera.

Se trata de una masa de larga fermentación, con poco azúcar pero mucha grasa, por lo que la amasadora aquí sí que es de gran ayuda. Aunque con paciencia, mucha, también se puede hacer a mano.

Hay varias formas de presentación. La primera imagen en un "brioche à tête". Son porciones de 35,50 o 80 gramos (lo tradicional son 80) y se hornean en moldes de magdalenas. Las otras imágenes son el "brioche de Nanterre" con el que se puede hacer rebanadas. Y aún aún más opciones como el "brioche" de nido de abeja que lleva masa de financier encima. En incluso el pain brioché, que es la versión pobre del brioche.

Se trata de una masa sin aromas. Aunque podemos añadirles si queremos. Como por ejemplo agua de azahar (muy poquita) o frutos secos, chocolate...

Antes de empezar con la receta. El molde precioso blanco de cerámica es de Claudia&Julia igual que la rejilla para enfriar que es de dos niveles y con la que no sé cómo he podido sobrevivir sin ella hasta ahora!

Ingredientes para un brioche grande:

500g de harina de fuerza (de 360 a 400w)
10g de sal
60g de azúcar
20g de levadura fresca
6 huevos
250g de mantequilla (ni muy fría ni pomada, sólo un poco blanda)

Amasado:

Ponemos en el bol de la amasadora la harina, la sal, el azúcar y la levadura.

En otro bol ponemos los huevos sin batir.

Añadimos un tercio de los huevos a los ingredientes secos y amasamos con el gancho de la amasadora a velocidad baja. Vamos añadiendo poco a poco el resto de huevos. Sólo cuando la masa empieza a desprenderse de las paredes añadiremos la mantequilla, muy, muy poco a poco y cortada en cuadritos. Para ayudar a la amasadora, paramos de vez en cuando la amasadora y recogemos la masa de las paredes.

El amasado sin la mantequilla dura unos 15 minutos más o menos. La mantequilla se tiene que añadir muy poco a poco y no añadimos más hasta que la masa haya absorbido la anterior.  Cuando la masa ha cogido toda la mantequilla subimos la velocidad rápido un minuto más.

El amasado total más o menos dura unos 25-30 minutos. Es importante no pasarse porque se sobrecalienta. Idealmente la masa no debería sobrepasar los 24º. Lo notaréis porque se desprende del bol cuando se amasa.

La masa no es muy compacta pero no se tiene que enganchar en las manos. La boleamos al aire. Si se engancha, la dejamos reposar en el bol cinco minutos más y luego la volvemos a trabajar unos cinco minutos más a velocidad media.

Primer levado:

Una vez la tenemos y la hemos boleado al aire, la dejamos en un bol de plástico, cubrimos con film y dejamos fermentar una hora más o menos, o hasta que doble el volumen.

Segundo levado:

La chafamos con la mano (sobre el film) para romper burbujas y la dejamos en la nevera 12 horas. Durante esas horas si podemos presionar sobre la masa un par de veces más, es mejor. Se dividen las células de la levadura y el resultado es mucho mejor.

Formado:

Al día siguiente es cuando la formamos. Veréis que la masa es compacta y mantecosa, pero que,  cuando la empezáis a formar con un poco de harina en la superficie de trabajo, de golpe resulta bastante flexible.

Para el brioche à tête, o sin tête en mi caso, hacemos porciones de entre 35g y 80g, y los ponemos en moldes de magdalenas previamente untados con mantequilla. La "tête" se hace haciendo un churro con la masa y apretando luego con el dedo como si fuera una sierra en un extremo. Tiene que quedar más o menos como un bolo. Luego se pinza  la "tête" con los dedos, para hacerla más estrecha, y se pone la parte gorda del "bolo" en el interior del molde. La "tête" la tenemos que encajar en medio, ayudándonos con los dedos. Para ello, pondremos el dedo alrededor presionando hacia abajo (tocando el fondo del molde). El resultado final es como si fuera una seta al revés. (Nota: ya sé que tengo que hacer vídeos, justo me apunté a un curso, que conste).

El brioche de Nanterre, que es el que hago más yo, se hace en un molde rectangular, como el de Claudia&Julia. O de metal. Se puede hacer un par de 300g en un molde de unos 20 cm o uno grande como el que he hecho yo. Lo cubrimos con papel de hornear. Tiene que llenar sólo el tercio del molde porque sube, ¡y mucho!

Para hacerlo se hacen bolas del mismo peso sobre una superficie un poco (un poco solo) enharinada y las colocamos en el molde en una o dos filas, enganchadas las unas a las otras.

Tercer levado:

Dejamos fermentar una hora y media más. Y aprovechamos para precalentar el horno a 180º para los grandes y a 200º para los pequeños.

Horneado:

Pintamos nuestras piezas con huevo batido y una pizca de sal.

Horneamos unos 7 minutos para las piezas de hasta 50g. 15 minutos para las de 300g y en mi caso unos 40 minutos para la gigante.

Depende mucho del horno. La temperatura interior del brioche tiene que ser de 95g. Como el pan. Para esto necesitáis un termómetro.

Tiene que estar dorado por encima, aunque yo me pasé demasiado. Para evitar esto, poned un papel de aluminio encima cuando se hornee si veis que se dora demasiado.

Bon appétit! Y recordad, preguntaros: ¿cómo está mi corazón hoy?


4 comentarios

  1. Joe Sonia.... Eres una experta... Me da miedo tanto levado y todos esos tecnicismos�� Madre mia tendria que verte.....

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    1. No mujer! Si el levado lo hace solito el brioche :-) Un beso bonita!

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  2. De diez......menuda maravilla nos traes hoy......Una delicia¡¡¡¡
    Feliz semana y besitos¡

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