Sé que algunos de vosotros me habéis seguido por Instagram y por Facebook. Aún me cuesta creer que alguien me siga, de verdad.
Es la segunda vez que estoy en Bali. Y aunque os cueste de creer no tenía ningunas ganas de volver. Hay tanto por ver que repetir un viaje me molesta. La simple idea me mosquea. Explicaros que yo empecé a viajar tarde porque mi ex era de los que si no iba de guay no iba y claro no podíamos ir de guay, por lo que no íbamos. O sea que mi exploración real del mundo exterior empezó cuando me separé. Y concretamente cuando encontré a mi actual pareja con la que empecé a viajar con tienda de campaña o lo que se prestara.
De este viaje os hablaré pronto. O más bien os mostraré pronto. No quiero extenderme mucho. Pero os avanzo que me ha gustado más que la primera vez. Y algo tuvo que ver viajar con el monstruo pequeño de la casa que te obliga a adaptarte a otro ritmo y sobre todo que te abre las puertas a todos los sitios con su carita de ángel.
Me he llevado muchos buenos recuerdos sensoriales. Entre ellos culinarios en forma de libro: Bali Unveiled. The secrets of Balinese Cuisine de Heinz von Holzen. Un suizo que iba para ingeniero y decidió seguir su corazón y convertirse en chef. Ahora vive en Bali con su familia. Sólo por esto ya le compraba el libro.
En Bali, como en todos los climas tropicales, la fruta no falta. Y una de las más se encuentran es la papaya. Las ves a simple vista en los árboles paseando. Como los cocos, plátanos o un fruto que llaman Jackfruit.
Sí, va de papaya. Una receta que además me iba perfecta porque mi hijo mayor decidió hacerse vegetariano durante el viaje. Con lo que este nuevo curso escolar (yo aún funciono de setiembre a junio) una de las cosas que me he propuesto es publicar más recetas vegetarianas. Aunque ya me conocéis y ya veremos dónde van estos propósitos.
Para esta receta me ha sido imposible encontrar muchos de los ingredientes. O sea que la he adaptado. Pero os pongo también la original por si tenéis más suerte que yo. Espero que os guste el picante.
Sopa de papaya
Ingredientes :
- 750 g de papaya
- 3/4 litro de caldo vegetal, también lo podéis comprar ya hecho (el original se hace con 375 g de pasta picante vegetal que se hace previamente con 250 g de chili rojo, 25 g de Bird's eye chili, 100 g de escalonias, 100 g de ajo, 100 g de galangal, 100 g de cúrcuma, 100 g de galangal inferior, 200 g de candlenuts, 1 cucharada sopera de cilantro, media cucharada de pimienta blanca, 1 cucharada de pasta de gamba seca, 150 g de aceite vegetal, 2 hojas de salam, 2 ramas de citronela, una pizca de sal y 250 ml de agua a fuego medio durante una hora. Esta pasta se hierve con agua a fuego bajo junto a 1 rama de citronela, 3 hojas de lima, 2 chilis rojos largos, 3 bird's eye chili,2 hojas de salam, 1 cucharada de pimienta blanca y 1 de semillas de cilantro durante 5/6 horas). Nada que ver con nuestro caldo, hasta pensaba en Gargamel cuando escribía esto.
- Media cucharadita de pasta de chili con ajo frito tailandés. En la receta original 125 g de pasta picante vegetal (la que expliqué para el caldo)
- 1 cucharada de citronela envasada
- Una pizca de pimienta negra
- Una pizca de sal
- 400 g de crema de coco
- Cebolla frita deshidratada (para decorar)
- 2 hojas de salam en la receta original
* la crema de coco, la citronela, el chili y la cebolla las compré en Extremo Oriente en la calle Balmes
Cortamos la papaya por la mitad a lo largo, quitamos las semillas. Cortamos también a lo largo en 5 tajadas cada media parte, quitamos la piel y luego hacemos dados de medio centímetro.
Calentamos el caldo y añadimos la pasta de chili, la citronela, la pimienta y la sal hasta que hierva. Añadimos la papaya y la dejamos cocer hasta que esté tierna. Añadimos la crema de coco y sin que hierva (bajamos el fuego) mezclamos bien para que el coco se emulsione bien con el caldo y la papaya. Servimos caliente con un poco de cebolla frita por encima para decorar.
Simplemente deliciosa.