Vacherin con helado de vainilla y sorbete de mandarina

Como levitando, como acabada de salir de un sueño. Media dormida, medio consciente, la cortina de la habitación se aparta caprichosamente con el viento dejando entrever la realidad de fuera. El blanco de las puertas, de las sábanas, le hacen recordar por qué decidió poner el despertador. Tras tres semanas sin verse, hoy volvía su hijo mayor. Dentro en el congelador, le esperaba para terminar el pastel que había elegido para esta ocasión: un vacherin. Un vacherin blanco como su anhelo.

Vacherin

Días antes había conseguido despertar su atención a través de whatsapp con dos palabras: merengue o cheesecake? Merengue. Cada vez costaba más mantener el contacto y el ritual. Ese que había empezado doce años atrás cuando se separó y celebraban juntos su vuelta a casa en verano con su plato favorito.

Vacherin

El entonces bebé se ha convertido en un bonito proyecto de hombre que le sobrepasa una cabeza y con quién cada vez es más difícil mantener ese hilo que aguanta casi miraculosamente. El desgaste del día a día y una adolescencia palpitante se presenta a veces como una sombra que no consigue apartar por mucho que abra las ventanas de par en par.

Hoy el día será más blanco, dejaran las sombras dormir en un rincón.  Hoy se abrazaran de forma breve y con el alma.

Vacherin


Vacherin con helado de vainilla y sorbete de mandarina

Como habréis podido leer entre líneas, los personajes del relato de hoy no somos otros que yo y mi hijo mayor a quién le preparé esta tarta francesa dónde la mayor dificultad es montarla básicamente. Una tarta refrescante y que viste mucho la mesa. La parte de abajo y de arriba es un merengue francés, en el interior hay helado de vainilla y sorbete de mandarina que compramos ya hecho y se cierra con otra base de merengue. La cobertura es nata.

Ingredientes para el merengue francés:

El merengue francés no es más que claras y azúcar montado por eso siempre se hornea. Para hacer pequeños merengues sólo tendréis que ponerlos con una manga en porciones pequeñas y reducir el tiempo de cocción. Les podéis añadir colorante para que queden más divertidos.

3 claras de huevo
200 g de azúcar blanco

Montamos las claras a punto de nieve con 30 g de azúcar. Cuando las claras empiezan a estar bien montadas, añadimos 70 g más de azúcar poco a poco. Continuamos batiendo hasta que el merengue aguante entre las varillas y no caiga si lo pones boca abajo. Entonces añadimos los 100 g de azúcar restante.

Precalentamos el horno a 150º.

Rellenamos una manga pastelera con una boquilla redonda y un poco grande (cada marca es un número distinto por lo que prefiero no darlo). Encima de una bandeja colocamos papel de hornear y con la ayuda de un aro de 18 cm dibujamos dos círculos que es donde hornearemos nuestro merengue. También os puede servir un aro de un molde desmoldable en su defecto. Giramos el papel de manera que el boli o lápiz quede hacía abajo y no nos manche nuestro merengue. Ahora con la manga, desde dentro hacia fuera vamos haciendo un espiral, como si dibujaramos la cascara de un caracol, hasta cubrir nuestros círculos. Horneamos durante 8 minutos a 180º y luego lo bajamos a 90º. Lo dejamos más o menos 2 horas. Nos interesa que se sequen bien en su interior. Los dejamos enfriar completamente.

Ingredientes para el interior:

300 g de helado de vainilla
300 g de sorbete de mandarina (la fresa y la frambuesa también sirve)

Ingredientes cobertura:

500 g de nata para montar de buena calidad (35% de grasa, las que mejores me van son Pascual y Président aunque Hacendado también monta bien)
100 g de azúcar
2 cl de kirsch (optativo)
2 cucharaditas pequeñas de azúcar avainillado

Troquelamos los merengues con el mismo aro (mínimo 4 cm de alto) para sacarle el sobrante. Sobre un plato plano o bandeja (irá al congelador) colocamos uno de los merengues dentro como base. Rellenamos hasta la mitad con helado de vainilla ayudándonos con una cuchara para asegurarnos que cubrimos bien todos los lados y la base (que no haya huecos). Añadimos encima el sorbete de la misma manera. Tapamos con el otro merengue y lo ponemos 30 m en el congelador. Hemos de trabajar rápido para que no se descongele. Siempre podemos parar, dejar un rato en el congelador y volver si es necesario.

Montamos la nata con el azúcar (en tres veces), el azúcar avainillado y el kirsch (optativo) y cubrimos la tarta helada bien por encima y por los lados con la ayuda de una espátula de manera que quede liso. Volvemos a poner en el congelador 30 minutos más y cubrimos con una segunda capa. Y así hasta que nos quede bien. Yo le pasé un peine (de pastelería ojo) para darle la forma estriada.

Conservamos en el congelador. Es una tarta helada y se saca media hora antes de consumir a temperatura ambiente. Decoramos como nos guste, con más nata y frutas queda muy elegante.

Espero que os apetezca. Un beso.

Vacherin


4 comentarios

  1. ¡Qué pastelito tan precioso!....es la primera vez que oígo este nombre.
    Feliz reintrée guapa..
    Besos
    Marialuisa

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    1. Sí, este es de mesa de domingo que digo yo :-) Y encima está rico, rico.
      Feliz vuelta al cole a tu también preciosa, todo bien?

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  2. Una historia preciosa que me recuerda a la relación con mi hijo, aunque él aun es pequeño.... Tiene una pinta fantastica, y debe de estar delicioso!!!

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    1. Muchas gracias Pili. Yo quiero creer que estas relaciones perduran, aunque la adolescencia nos ponga la zancadilla más adelante. Hay que cultivar estos vínculos. Me alegro que te guste la historia y la receta. Un beso enorme

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