Hace ya un tiempo hablé de pasada del libro "Las comidas de Jamie en 15 minutos".
Es uno de esos libros que me encanta hojear por sus imágenes pero al que nunca tiempo de dedicarle su merecido tiempo.
El libro me lo compré no por su llamativo título, sino influida por el mágnifico trabajo de su equipo de estilismo fotográfico y también por el tipo de recetas que salían, sencillas y con muchas especies. Desgraciadamente algunas de ellas son difíciles de encontrar aquí.
Con la llegada del otoño psicológico, me preparo para mi hibernación culinaria y he tomado nota de unas cuantas de sus recetas.
El ciclo de verano se terminó con dos bellísimos cursos en la escuela de Jackie Rueda, del que os hablaré próximamente y mi primera clase de pastelería en Hofmann, del que sin duda también os hablaré.
Me doy cuenta de hasta que punto me influyen las estaciones. Es como un ciclo que empieza y termina. ¿No os ocurre lo mismo? Yo lo llamo el efecto mariposa.
De tapas duras y una cuidada edición, Jamie nos explica en su libro la importancia de la organización en la cocina. Nada es aleatorio, tener los elementos e ingredientes necesarios antes de empezar acortan significativamente el tiempo de realización de una receta y también nos ahorran algunos desastres.
Para mí ha sido un alivio encontrar una excusa para justificar mi obsesión compulsiva con el orden en la cocina.
Reconozco también que este hombre me encanta, no sólo por su frescura sino por todas las campañas a favor de una buena alimentación en las escuelas. Y esto es algo que cada vez más tengo en cuenta, el compromiso social.
Os he mencionado antes mi hibernación culinaria. Pero más que hibernación es como un retiro. El horno vuelve a encenderse, la masa madre invade con su olor la casa y me apetece encerrarme en la cocina cuando la oscuridad invade la calle. Fuera el viento y el frío, me hace valorar más que nunca la intimidad y abrigo de mi casa.
Ingredientes:
2 cebollas
aceite de oliva
1 cubito de caldo de pollo o verduras
1/2 manojo de tomillo fresco
2 dientes de ajo
4 champiñones grandes (yo le puse más de pequeños)
100 g de arroz basmati
Nata líquida
Aceite de trufa (opcional)
Sal y pimienta
Pelamos las cebollas y las cortamos en rodajas finas. Las salteamos en una cazuela grande con un poco de aceite de oliva. Añadimos el cubito de caldo desmenuzado, un pizca de sal y pimienta, las hojas del tomillo y 2 dientes de ajo machacados con la piel. Mientras pasamos el sombrerito de los champiñones por la plancha y luego los troceamos junto a los pies para incorporarlos a la cazuela de la cebolla. Añadimos el arroz y lo salteamos un par de minutos. Añadimos un litro de agua hirviendo y dejamos cocer con la tapa puesta unos 10 minutos. Una vez cocido lo pasamos por la batidora hasta conseguir la textura que nos guste. Yo le añadí un poco de agua porque era muy espesa. Corregimos con sal y pimienta y le añadimos un poco de nata líquida y de aceite de trufa encima.
¿Cuáles son vuestra recetas preferidas en otoño? ¿Os influyen las estaciones a la hora de cocinar?
Quines fotos tan maques, Sònia!
ResponderEliminargràcies guapa! Intentant millorar una mica poquet a poquet. M'alegro que es comencin a veure fruits. Un petonàs
Eliminares precioso tu blog ya te sigo en todas partes!! jajaja pinterest, blogger, twitter...felicidades por el blog! cada vez da más gusto ver como preocupa los detalles.
ResponderEliminarUn beso :)
menudo honor, mil gracias Paloma :-)
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