New York Cheese Cake con coulis de frutos rojos

Tercera semana de trabajo tras las vacaciones. Y tras una semana fuera de lo normal sin la pequeña y sin el mayor, la rentrée se hizo más leve. O quizá artificiosamente mejor.

Al abrir la puerta me encuentro que tras casi un mes sin verle, mi hijo mayor es un bonito proyecto de hombre. Ha crecido, su piel morena resalta sus extraordinarios ojos azules. Nos fundimos en un abrazo.


El ritmo normal empieza a establecerse. Y con ello sus "rutinas". Le hago un New York cheese cake que ha elegido él previamente para celebrar su vuelta y nos pedimos japonés. También lo elige él, harto de guisos y pucheros.

Y llega el día después. 

La pequeña empieza la guarde y con ella yo restablezco mis horarios dignos de una pantalla avanzada del Tetris para poder alcanzar a todo sin renunciar a "mi tiempo" (que suele ser entre las 6 y las 8 de la mañana) y sin intentar morir en el intento.

Sobre la mesa, el pastel languidece dramáticamente endulzando el momento un poco más.



Con la vuelta al cole y al trabajo para muchos los periódicos y redes sociales se inundan de rutinas, depresiones post-vacacionales mezcladas con ejemplos de personas que se han reinventado con la crisis y de cómo alcanzar el éxito.

La RAE define rutina como: 1. hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y sin razonarlas. 2. Secuencia invariable de instrucciones que forma parte de un programa y se puede utilizar repetidamente.

Rutina. Sin duda cuando hablamos de ella nos referimos a la segunda excepción, como sinónimo de repetición aunque aplicada a nuestras vidas.

Al menos yo sí que razono a diario qué sentido tiene hacer lo que hago. Y esa sin razón genera muchos monstruos en mi cabeza. 

Se acabó el esparadrapo, estoy probando con washi tape. 



Esta ilustración me la envió ayer Ibiza dulce a quién conocí a través de un curso de Jackie Rueda. Una contable metida a su gran pasión la pastelería y la fotografía. Su blog no tiene pérdida.

Me gusta su diseño, ese look retro. Sin duda mi cerebro debe lucir así. Pero esa sonrisa de "perfect wife" de los años 50 me explota en la cara como un grano de pus.

Mujeres del siglo XXI con alma de las 50 y que incluso emulan su look. 

Creo que hay un término en psicología para definir el malestar que sientes cuando te ves reflejado en otras personas o actitudes.

Rutina. Una palabra sin duda sobre empleada sinónima de stress, malos rollos, contracturas, cansancio, conciliación y sueños atrapados en un bote de cristal o pegados en la pared y que penden de una tira convertida en sonrisa para sobrevivir, malvivir. 






Esos sueños que se contienen en un horno o tras los fogones y se transforman en panes, pasteles y cupcakes.

La receta, una antigua, un clásico en casa, la reina de los pasteles de queso y ganadora de concursos de pasteles en guarderías de mamás del siglo XXI con alma de los 50 y anhelos de los 70.

4 comentarios

  1. Cuanta verdad!!Endulcemos nuestros días rutinarios (o no tanto)Muy buena reflexión!!

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    1. Endulzar tu y yo con tanto postre vamos sobradas ;-) Un beso preciosa

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  2. Como me gusta venir a visitarte y leer esta maravillosa reflexión.
    Maldita rutina, mi vida de lunes a viernes es siempre lo mismo...levantarme,desayunar,trabajar,comer,volver a trabajar,cenar y dormir...como la mayoría.En fin ahora que me he aficionado al mundo del pan...voy amasando y liberando mucho stress...no veas lo que me relaja, tienes razón tiene algo de alquimia.
    Y qué decirte de la tarta, me chifla el cheesecake!
    Un beso!
    PD:La ilustración es preciosa!

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    1. El proceso del pan es muy bonito. Cada paso requiere su tiempo. Es cierto que es contrario al ritmo diario que llevamos pero a mí me ayuda a justamente frenar. Ya me has hecho entrar el gusanillo, tendré que resucitar la masa madre. Un beso!

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